Por los días de marzo de 1959 se cavilaba la posibilidad cierta de crear una nueva Compañía entre los habitantes altruistas y visionarios; conversaciones, ideas y pensamientos se transmiten en diversos grupos de opinión, que fueron adquiriendo fuerza en el mes siguiente. Destacaban dos personas en este seño: Arturo Cárcamo Cárdenas e Ives Andrade Mourett, empeñados en dar vida a una nueva entidad bomberil. Muchos días en sus propios hogares dialogaban estos vecinos y, paulatinamente, tales conversaciones se proyectan hacia otras personas con las que fueron relacionándose en aquellos agitados tiempos otoñales de abril.
Las motivaciones eran muchas, empero existía una auténtica necesidad de proseguir reforzando el Cuerpo de Bomberos con nuevos eslabones desde 1955, aproximadamente. Sabido era que el Directorio General, y por ende la institución, requerían del apoyo humano, con más voluntarios dispuestos a trabajar por el bien bomberil, que ya contaba con cuatro abnegadas Compañías.
Ambos personeros, considerando los planteamientos mencionados, difunden su idea y la proyectan a diversas personas que compartían la vida pública de entonces, y de allí surgieron los bomberos fundadores de la nueva Compañía. Ellos fueron citados la primera semana del mes siguiente, un día viernes 6 de mayo de 1959, en la sala de sesiones de la Cuarta Compañía, cuartel localizado entre calle Aldunate con Balmaceda, en el inicio del horario vespertino. El día del nacimiento se conformó una Directiva momentánea y sujeta a cambios, teniendo en cuenta las reales posibilidades y condiciones de los voluntarios en la labor común precedente. Aquella solemne reunión constitutiva se realizó a las 19:00 horas, augurando por la excelente asistencia a este primer llamado un promisorio futuro. El ideólogo y soñador Arturo Cárcamo Cárdenas formó para de la Compañía cinco días después de fundada, por razones que le impidieron estar en la fecha tan crucial.
A esta primera convocatoria, entre quienes llegaron dispuestos a vitalizar la nacida organización tenemos a: Jaime Morandé Orrego; Ives Andrade Mourett; Gustavo Díaz Oteíza; Julio Miserda Peruzovic; Jorge Toro Ojeda; Guillermo Vicencio Sanguinetti; Jorge Rivera Vernales; Miguel Andrade Oyarzún; Silvio Pérez Torres; Francisco Vetterlein Rodríguez; Álvaro Barrientos Rosas; Jorge González López; Ramón Aguirre Viouroux; Valdemar Peña Carmona; Ángel Pérez Pérez; Arcadio Pérez Bórquez; Domingo Yurac Soto; Alfredo Azancot Vallejos; Emanuel Silva Ruíz; Juan Soto Velásquez; Ramón Barrientos Pérez; Sergio Andrade Andrade; Alessandri Pinto Miranda; Julio Barrientos Bilisco; Julio Fuentes Oliva; Justo Ochoa Acevedo; Rolando Berndt Bahamonde; Ubaldo Núñez Álvarez; Efraín Ulloa Venturelli; Raúl Olivares Días; Carlos Rehbein Schnettler; Exequiel Berríos Guzmán; Arturo Pérez Gallardo; Héctor Vera Macías; Ernesto Pacheco Flores. Treinta y cinco voluntarios firman el Acta Fundacional y organizan un mando activo que conformó un Directorio temporal, a la espera de acontecimientos próximos que entre los que en el más fundamental era obtener la admiración de la Quinta Compañía al Cuerpo de Bomberos como una nueva institución integrante. Tras estos nombres se cernía la fundamentación de nutrir al Cuerpo de Bomberos, ansioso de mayor capacidad humana y proyectar renovadas ideas bomberiles en el aspecto ejecutivo y principalmente administrativo.
Con fecha 13 de mayo, el Directorio General constituido por el Superintendente: Juan Barrientos Barría; Vicesuperintendente, Ismael Latif Andrade; Secretario General, Sergio Miranda López; Tesorero General, Héctor Cárdenas Bórquez; Comandante, Francisco Piñeiro Prieto; 2° Comandante, Raúl Godoy; y los Directores de la Primera, Zoilo Gómez Muñoz; Segunda, Ismael Latif Andrade; Tercera, Juan Bórquez Bórquez; Cuarta, Eduardo Ballesteros Muñoz; explican al Director provisorio de la Quinta Compañía en formación, con el Oficio Nro. 37 del año lectivo intitulado “Formación Quinta Compañía de Bomberos Castro” dirigido a Jaime Morandé Orrego, quien en ese instante desempeñaba el cargo, y el primero históricamente en 1959 que, luego de la reunión celebrada ayer tarde, se acordó aceptar a esta nueva Compañía simbolizando con su número 5.
Señalan enseguida que este grupo de voluntarios no puede actuar oficialmente mientras no considere los aspectos establecidos en el Reglamento General, como ingreso de bomberos nuevos, hojas de servicio anteriores en otras Compañías de la ciudad o país, más otros considerados y, al finalizar el Oficio se lee “Nos es muy grato felicitar al señor Director y voluntario de esa Compañía en formación, por el alto espíritu de humanidad y altruismo al abrazar la abnegada y siempre criticada carrera de Caballeros del Fuego, y les deseamos toda clase de éxito en la empresa iniciada”. Agregan los antecedentes de edad bomberil no superior a 40 años para el ingreso, además de no olvidar que los bienes de la Compañía adquiridos más adelante pasan a ser propiedad inmediata del Cuerpo de Bomberos, precepto que se mantienen aún inalterables.
En este año crucial del nacimiento quintino, el Cuerpo de Bomberos mantenía en Castro 9 pozos de emergencias y un solo carro bomba para cubrir algún siniestro: el Ford A. Durante 1960 la población local ascendía a 7.001 habitantes, además en 1962 ya vivían en Castro Alto unas 1.800 personas, aproximadamente; guarismos que representaban la necesidad de optimizar el servicio bomberil no sólo por el relativo crecimiento poblacional, sino urbano. Se requerían y pedían dos bombas con urgencia, y eran también momentos de problemas financieros; el Superintendente de entonces señalaba “nos encontramos en una crítica situación económica”, el 30 de enero. Aun así, había preocupación por concretar el Cuartel General. Inmersa en estas preocupaciones mayores y mayores, nacía la nueva Compañía.
A mediados de año, la Quinta Compañía cumplía con los acuerdos considerandos en la primera reunión, ya que como mencionamos, los Directores eran provisorios y se había cumplido el inicio organizacional. Recordemos que la primera presentación pública como agrupación bajo en número 5 se efectuó 15 días después de la fundación, entre la expectativa ciudadana, que aplaudía el reciente refuerzo bomberil y, con la aceptación táctica del voluntariado de las Compañías.
El 21 de mayo de 1959 recibió a los nuevos bomberos en Plaza Prats. Desfilaron gallardamente con tenida de civil, impecables en su paso marcial, identificados todos con un brazalete blanco en la brazo izquierdo, impreso en con número cinco, notorio y grande de color verde. El inicio de la tares estaba cumplido; ya existía en presencia tanto para el Cuerpo de Bomberos, como para la comunidad.
Un mes y días después se eligió la Oficialidad definitiva para el resto del año. El 5 de julio, las elecciones determinaron la siguiente Directiva:
DIRECTOR: Arcadio Pérez Bórquez.
CAPITAN: Ives Andrade Mourett.
TENIENTE 1°: Julio Barrientos Bilisco.
TENIENTE 2°: Julio Fuentes Oliva.
TENIENTE 3°: Gustavo Díaz Oteíza.
SECRETARIO: Domingo Yurac Soto.
PRO-SECRETARIO: Alfredo Azancot Vallejos.
TESORERO: Justo Ochoa Acevedo.
PRO-TESORERO: Rolando Berndt Bahamonde.
AYUDANTE: Miguel Andrade Oyarzún.
MAQUINISTA: Ubaldo Núñez Álvarez.
Efraín Ulloa Venturelli.
CAPELLAN: Ángel Pérez Pérez.
CONSEJO DISCIPLINA: Álvaro Barrientos Rosas, Jaime Morandé Orrego; Raúl Olivares Díaz; Carlos Rehbein Schnettler; Exequiel Berríos Guzmán.
Una primera etapa se alcanzó con cambios directivos, afianzando como grupo integrado al Cuerpo de Bomberos; interrelaciones y afiatamiento de los voluntarios para entregar un buen servicio a la comunidad, objetivo final presente en las decisiones de los fundadores.
Ya se presenciaban beneficios sociales, Castro presentaba una etapa de mejoras urbanas: electrificación, pavimentación, alcantarillado y apoyo económico del Gobierno al Cuerpo de Bomberos para construir el Cuartel Central en el mismo lugar donde estuvo el Liceo de Niñas ya demolido; todo esto es concretado en diciembre de 1959. Ese mismo mes la Quinta Compañía comunicaba la designación de electores y suplentes para la elección del Directorio General que regiría los destinos bomberiles en 1960. Ellos eran Arcadio Pérez Bórquez; Julio Fuentes Oliva; Domingo Yurac Soto, como titulares, y los suplentes: Julio Barrientos Bilisco; Arturo Cárcamo Cárdenas. Esta importante participación significaba la integración definitiva de la Compañía en las decisiones gubernativas institucionales. Ya contaba con todos los derechos, al igual que las precedentes, y constituía el atisbo futurista que depararía un liderazgo administrativo y ejecutivo, que diez años después se confirmaría con el apoyo del Cuerpo de Bomberos.
Eligieron como lema de la Compañía, después de diálogos enriquecedores, el de “Abnegación y Sacrificio”, conceptos decidores en el devenir como agrupación, y base ideológica en aquel momento crucial de sus inicios.
A fines del 59, enormes alegrías y sentimientos compartidos, no sólo de los voluntarios, sino de la vecindad local, el contar con otra Compañía que potencia al Cuerpo de Bomberos en múltiples aspectos. La Quinta Compañía irrumpía en la historia cotidiana con gran solidez y responsabilidad, integrándose inmediatamente al acontecer ciudadano.